Me cito a mi mismo:
Detracción a la ley provincial Nº 9113
Maldita seas tú entre todas, oh ley provincial Nº 9113, que preconizas la exclusión social del débil de espíritu, del solitario, del vicioso, del suicida -tales serán los epitetos al fumador.
Maldita tú, que pretendes mediante la fuerza expulsar la divina nicotina de la malvada máquina pulmonar, siempre pronta a garantizar vida.
Maldita seas tú, que empeoras aún más las ya poco felices aritméticas de los distintos bares, que con tu prepotencia legislada apartas el letrero de sector fumadores, que tiendes a la homgeneización terrible.
Maldita seas, en fin, porque nos alejas en invierno de los calefactores de los lugares cerrados, en verano del milagroso aire acondicionado.
Maldita por darle a ingotos sujetos, tales como los guardias del Patio Olmos, una razón -¿válida, acaso?- para ejercer algún tipo de coerción que justifique su uniforme apolizado.
Maldita, fundamentalmente, por que soy fumador, y además de perjudicar a los otros, me perjudicas a mí.
Muere, maldita, te odio.
D.P.