Estoy, estamos, como absortos, viendo a cinco enormes tipos sacudir sus largas y rubias cabelleras, uno de ellos cantando a los gritos.
"Some of us won't return, but that won't bring us down. Our fate is written in the web woven by the norns."- Grita el tipo.
Me pasan desde atrás la caña Legui y pienso que ha durado mucho tiempo, en realidad.
Pero esto está ocurriendo ahora. Estoy hablando en presente, y no es el ahora lo importante, ni siquiera desde un estudio fenomenológico, sino el pasado inmediato como causa de este presente.
Y hay que volver al frío y a la borrachera que perduró toda la noche habiendo comenzado al mediodía, a los tipitos que festejaban una canción apóloga al robo a mano armada a kioscos.
A la cerveza en esa pequeña barrita adornada con un cartel de Quilmes, cartel que, dicho sea de paso, resultó frecuentemente golpeado esa noche.
Y hay que remontarse a la nube difusa de palabras que dijera o dijese, inducido pero no por la borrachera, olvidadas y lejanas por la distancia del sueño, anónimas por la enajenación del sentimiento bobo.
Y si bien es cierto que poco relevante puede resultar las cosas posiblemente incoherentes o cnfusas que pueda haber dicho este servidor alcohólico, es cierto que esto resulta, al final, como todo: Se lo valora cuando ya no se lo tiene ("Nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí", cito a Juan citando a Silvio Rodríguez). Así ahora añoro esas palabras dichas con -imagino- mucha imprudencia y sobre todo -aunque no lo creas- total honestidad.
Tan veraces fueron esas palabras que ahora temo.
Ya no tengo nada. Soy como esto, como un escrito. Nada hay más que lo que se puede ver.
Y me cago en eso.
Come on, aprovechate.