Wednesday, October 12, 2005

Qué suerte la de no tener un espejo frente al monitor.
No me tengo que ver prendiéndome un pucho, pensando en lo hipócrita que soy cuando me río de cosas buenas de gente buena. De un ex acólito del diablo devenido (para bien) en enamorado. De una simpatiquísima muchachita de afuera que le hace compañía, y que juntos se quieren y se aguantan a pesar de un montón de kilómetros de por medio. Lo más loable del mundo y yo prendiéndome un pucho.
Con esa cara de trucho facineroso, de aragán de 2 $, de inconforme que la funge de poeta maldito.
Mil perdones Asno y Bovina.
Sois de lo mejor.